lunes, 2 de marzo de 2009

El acuerdo

Asomaban entre las nubes las primeras sombras de una noche que se adivinaba lluviosa y en la que el viento silbaba por las rendijas una letanía triste y oxidada, que a ratos recordaba a un arrebato sincero de soledad. Y en su casa, desde luego, lo parecía. Sólo el desorden rompía la monotonía de un hogar sin vida, de una estancia desprovista de todo calor. Sobre la mesa, un montón de papeles apilados, cuartillas a medio escribir, hojas garabateadas en busca de una melodía evocadora. Al lado, de cara a la pared, una mesilla con una vieja máquina escribir, fatigada quizá de vomitar desgracias, y un folio en el carrete esperando recibir la comunión de la tinta. Un cenicero vacío, la luz tenue de una lámpara de mesa. Y nada más. Todo teñido de una soledad que desespera. En la cama, boca abajo, dormía como quien yace. Casi ni se le oye respirar. Siente que camina sobre un lecho de cristales rotos, y carga sobre sus hombros con el peso de un pasado que nunca muere. Sabe adonde se dirige aunque su mente no lo quiera admitir. Hace tiempo que su corazón ha tomado la decisión por él y es su pulso el que rige su destino. Proyecta sobre la tierra una sombra amarga y sombría, un eco de una personalidad disuelta en lágrimas. Y sigue tras él su fiel silueta negra, a punto de conocer un final que no esperaba. Cada paso que avanza va notando el calor que desprende su destino, la cárcel de cera que le espera en el horizonte. No será para él. No esta vez. Ya ha vendido su alma en busca de una nueva oportunidad, una musa pasajera que le devuelva la gloria que siempre le ha sido esquiva. Y está dispuesto a entregar hasta lo más hondo para escapar del sumidero que amenaza con engullirle. A pesar del calor, puebla su frente el sudor frío de quien se enfrenta a lo inevitable cuando se asoma al borde de un enorme caldero rebosante de cera fundida. Allí sellará su acuerdo con las tinieblas, y empezará a morir en vida. Entre lágrimas calladas, descose poco a poco su sombra de los talones, mientras percibe en la oscuridad de su rostro una mirada de incredulidad. Ni siquiera se concede un margen para la despedida, ni para el recuerdo, ni siquiera para el olvido. Cerró los ojos al arrojar su alma al caldero hirviente, y se forzó a no abrirlos hasta que todo hubiera pasado. Le traicionaron sus fuerzas, y abrió los ojos de par en par para ver cómo una mano negra, oscura, clamaba clemencia al tiempo que se hundía hacia el fondo. Sintió cómo el dolor trizaba sus nervios y paralizaba su médula espinal, y en un arrebato de cólera se arrancó los ojos y los arrojó también a la cera fundida. Despertó bien entrada la mañana con las sensaciones de haber padecido un sueño convulso. Las sábanas estaban manchadas de sangre seca, y tenía los pies agrietados. Ni siquiera intentó abrir los ojos porque sabía que sus cuencas estaban vacías. Estaba ciego. A su lado, en busca de los primeros rayos de sol, estaba su alma encerrada para siempre en una prisión de cera. Había sellado el pacto con las tinieblas, y ahora sólo tenía que esperar a que la gloria recordara el camino de regreso a su casa. Se sentó en la cama y lloró con todas sus fuerzas...

5 comentarios:

dudo dijo...

me estremeces.
sigue así, escritor.

indo dijo...

cierto, estremecedor. muy bueno, como siempre, aunque un poco más así como... cuento de terror-gore... no sé. estremecedor, lo dejaré ahí.

Anónimo dijo...

Es muy bueno ignacio. De los párrafos se desprende ansiedad y desesperación, mucha melancolía.
Me gusta. De verdad que deberías pobrar a escribir algo más extenso. Sería un lujo leerlo.

Anónimo dijo...

me vas a perdonar la ausencia... Me he tenido que leer 4 posts de un tirón y ¡joder! en más de una ocasión me has puesto los pelos del pubis lisos! (que diría Gomaespuma) Me han encantado, incluido el poema escrito con 15 años, que parece bastante más adulto. A ver si el trabajo me deja más tiempo para caer por aquí más a menudo. De todos modos ya veo que siempre pasa por aquí alguien de la familia ;)
Un abrazo!

gloria dijo...

No sólo es desgarrador, no sólo me he quedado con el alma en vilo asiéndola por mis pies para que no se me vierta al caldero, no sólo he creído perder la visión ante esos ojos arrancados, no... además de todo eso, he descubierto que no me gusta el significado de mi nombre.

Sencillamente genial! (que te juro que no he llorado de milagro)

Un beso.