Me gusta pensar que duermes.
Que hace días que descansas después
de llevar toda una vida tirando de nosotros, siempre hacia delante,
sin dejarnos caer en ningún momento.
Qué sólo necesitas unos minutos más
con los ojos cerrados para volver a estar ahí, detrás de todo lo
que hacemos, llenando los huecos que no acertamos a completar.
Sólo eso. Unos minutos más y todo
volverá a ser como antes.
Y que nos escuchas. Me gusta pensar que
nos escuchas.
Que sabes que a Darío le ha salido
otro diente, que saca la lengua cuando quiere que le des helado y que
se guarda comida en el interior de las mejillas para poder probar
todo cuanto hay en los platos.
Que escuchas a Vito leerte los cuentos
que te regalé cuando me dijiste que querías volver a leer y no
sabías por donde empezar.
Que volveremos a hablar de 'Derrotas' y
no nos parecerá un libro tan triste, al fin y al cabo.
Que nos oyes mandarte fuerza.
Que me escuchaste decirte muy bajito
que no me dejaras solo, y me pareció que llorabas.
Me gusta pensar que duermes, pero
tienes que despertar.
Desde hace unos días papá repite
siempre unas palabras malditas que hace poco no sabía ni pronunciar.
Nos las han cosido a todos y duele cada
puntada, tanto que necesitamos tirar del hilo y sangrar un poco todos
para que no sea tuya toda la herida.
Que sea compartida, porque sabemos que
si pudieras evitar que nos doliera la querrías para ti toda.
Y no.
Así no, ahora no.
Entre todos seguro que la podemos
cerrar.
Joder mamá, si sólo era un dolor de
cabeza.
Me falta el mensaje a media tarde
preguntándome qué tal me va el día, la conversación sin venir a
cuento para ver qué voy a comer.
El otro día me fui de casa y no había
nadie en la puerta a quien saludar desde el coche.
Me falta la última persona que veo
cuando me voy y la primera que me busca cuando sabe que vuelvo.
Me faltas.
Te echo de menos.
Y odio el olor del hospital y de ese
estúpido desinfectante para manos.
Sé que ahora mismo todo cuanto ves a
tu alrededor es un mar oscuro, pero tienes que seguir nadando.
Olvídate de todo lo que pesa y te lleva empuja hacia el fondo. Si
los recuerdos no te dejan subir, suéltalos; arriba estamos todos
para dibujarlos de nuevo. Mojados un poco, como tú, pero sedientos.
Nada, no te rindas.
Tienes que subir.
Arriba, en la superficie, te estamos
todos esperando.