sábado, 4 de octubre de 2008

Réquiem

Bebo desde que me dejaste. Intento ahogar mis penas en alcohol desde que no estás conmigo. No es cierto eso que dicen de que las penas flotan... no, a las mías les da miedo el oleaje, y desaparecen apenas he paladeado el primer sorbo de ron. Bueno, a decir verdad no desaparecen, se esconden, porque apenas ha despuntado el sol vuelven a mi cabeza y golpean con insolencia en mi sien, recordándome que siguen aquí conmigo.
No recuerdo cómo te fuiste, ni sé si me despedí. Si hubiera sabido que aquél iba a ser nuestro último beso, hubiera saboreado cada instante. Si me hubieras dicho que mañana no ibas a estar aquí, hubiéramos dormidos juntos para siempre en el ayer, anclando el sol con nuestras sábanas para que nunca amaneciera. Si hubiera sabido que iba a ser tan duro, me hubiera ido contigo.
De nada sirven los recuerdos para quien no tiene consuelo. Tampoco es consuelo el alcohol, nada me reconforta. Me acodo en cualquier barra de bar esperando que el humo disipe tu imagen y la música de fondo esconda el eco de tu voz. A veces miro a alguna chica de las que pasan por mi lado, pero todas tienen algo que me recuerda a ti. ¿Por qué es tan difícil olvidarte?
Esta noche no he ido al bar, prefiero deshilacharme gota a gota en casa. He abierto la ventana en mitad de la madrugada para respirar bien hondo el primer frío del otoño, hasta notar cómo el gélido aire trizaba todos los rincones de mi pecho.
Y me he puesto a escribir, sin saber si son éstas las últimas líneas que te dedico. Me había propuesto olvidarte, pero no puedo, así que dejaré de ser yo para siempre. No habrá en mi persona ningún rastro de mí, de lo que fui, de lo que soy. Nadie, ni yo mismo, sabrá lo que algún día pude llegar a ser. Mi vida desapareció cuando te fuiste, y mi alma habita allá donde la tuya descansa.

1 comentario:

dudo dijo...

"...esperando a que el humo disipe tu imagen..."
a veces me pones los pelos de punta, amigo.
un abrazo, escritor!